Compleja es la situación de la Seguridad al inicio del 2010. En los últimos años, los riesgos, las amenazas, las percepciones de los ciudadanos, las sensibilidades políticas, etc., han provocado que se multipliquen las facetas de la seguridad, en tantos sectores como se desarrolla la convivencia de las personas, de los pueblos, de las naciones y de las civilizaciones.
Hasta hace relativamente pocas décadas, el hombre se veía inmerso en una inseguridad y este hecho era su modo normal de vida: los elementos naturales cuando rugían; las emergencias industriales aparentemente inevitables; las agitaciones sociales, lógicas en una sociedad con tanta diversificación; el enfrentamiento ideológico, asumido durante el siglo XX; la inseguridad ciudadana, los accidentes de tráfico, los laborales, las enfermedades, etc., pero de pronto, nos damos cuenta que esa no es forma de vivir y desde entonces exigimos “Seguridad”: sanitaria, laboral, social, económica, medioambiental, ante emergencias, humanitaria, etc., y por supuesto queremos erradicar el horror de la tragedia de nuestras retinas.
Ha sido tal la exigencia de seguridad por parte de los ciudadanos que ha dado su voto a aquella opción política que se la ha prometido con mayor credibilidad, aunque con posterioridad hay infringido su promesa.
Varias amenazas se ciernen en el panorama internacional y que están haciendo resquebrajar el equilibrio que debe existir entre seguridad y libertad. Analicemos algunas de ellas:
Terrorismo internacional
En la actualidad nos azota el terrorismo islamista radical. Bin Laden, no sabemos si en persona o su sombra, planea por todo el Globo, llevando el terror a todos los países, sea cual sea su religión. A unos los ataca por ser los causantes de los males de los buenos musulmanes, son las democracias, occidentales o no, y a otros, los islámicos, por no mantener la pureza de la fe.
Atentados espectaculares es su agenda de trabajo, demostrando con ello su capacidad de acción y su objetivo de doblegar a todas las naciones a sus exigencias ideológicas. Aunque no todo es religión, sino que también se ha convertido en una organización multimillonaria, a costa de secuestros y el comercio de la droga.
Ahora percibimos como única amenaza al terrorismo islamista -por supuesto a nivel internacional, sufriendo otros terrorismos de carácter nacionalista-, no se puede descartar el nacimiento de otros grupos, ideológicos o no, que vista la rentabilidad del negocio, se conviertan en lacras de una parte importante del mundo.
Crimen organizado
Muy parecido en su estructura internacional al anterior, pretende sin más obtener pingües beneficios delinquiendo a lo grande: secuestros, drogas, venta de armas, extorsiones, etc., son sus herramientas de obtener dinero y poder.
Las diferencias políticas proporcionan al crimen organizado oportunidades para que se confunda la violencia motivada por razones políticas y la promovida estrictamente por ellos. Incluso llegan a apoyar a grupos políticos, radicales, pero que disponen de un cierto apoyo en la población.
Piratería
Emparentada con los anteriores. Las rutas marítimas se encuentran amenazadas por buques piratas, al más puro estilo del pasado. En el golfo de Adén y costa africana del océano Índico son pequeñas embarcaciones a motor; en extremo oriente, son de mayores proporciones, pero vista su rentabilidad no debe extrañarnos que tomando como base los distintos estados fallidos, existentes y repartidos por toda la Tierra, los piratas dispongan de buques de guerra, pareciéndose a los que asaltaban a los galeones españoles en los siglos XVII y XVIII.
Otras amenazas nos acechan y sufrimos casi a diario: Ataques a los sistemas de información; tráfico ilícito de armas; movimientos migratorios descontrolados; redes de pornografía infantil, y un largo etcétera, que nos obliga a una acertada gestión de la seguridad a todos los niveles.
Los retos
Las organizaciones internacionales y los estados se preparan para luchar contra las amenazas anteriores. La existencia de los estados fallidos llega a ser un quebradero de cabeza para las Naciones Unidas, dado que el derecho internacional reconoce a esos estados, siendo difícil la intervención militar sobre ellos, al exigirse una mayoría en la votación, complicada de alcanzar por la diversidad de los cerca de doscientos países miembros de la ONU. Se hace imprescindible la modificación de la estructura de esta organización, o las regionales se harán cargo de sus cometidos.
Los ejércitos y las fuerzas y cuerpos de seguridad se están preparando para esas amenazas. La cuestión es que misiones que hasta la fecha eran asumidas por ellos, a partir de ahora tendrán que ser cumplidas por otros, siendo lo más normal que las asuma la seguridad privada.
Es arriesgado predecir el futuro de la seguridad privada, pero desde luego, al menos en España, pasa por una profunda reforma de la propia ley, desfasada por el paso de los años.
Las compañías de seguridad se están transformando en las “condottas” del Renacimiento, protegiendo a quien lo demanda, sean particulares o países, a cambio de una prestación económica.
Mucho más se podría entrever en el año que va a comenzar, pero basta con estas reflexiones para comprender que hay mucho por hacer en el sector de la seguridad.
Fuente: Rafael Vidal
Fecha: 30/12/09